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La Materia del Cine. A manera de inicio: La luz “pura” y la luz esculpida.



Por Miguel Barrero.

Hace un tiempo una amiga me decía que le gustaban las artes que son “materiales”, tales como la pintura o la escultura, pues ella sentía una relación real con éstos al poder tocarlos, sentirlos cerca y hasta olerlos. Para ella, el cine sería más bien un arte “virtual”, en el sentido de que éste existe únicamente como pantalla sobre la cual se representan imágenes que en realidad no están ahí, carecen de una materialidad “física”, por lo que la relación que tenemos con el cine es completamente ficticia.

En ese momento los conceptos de “ficticio”, “virtual” y “real” sonaban demasiado complejos, por lo menos en una charla casual entre vinos como era aquella ocasión. Me pareció entonces prudente enfocarme en la reflexión de si el cine realmente es un arte inmaterial o, en todo caso, cuál sería la materia de la que está hecha el cine. Para esto me sirvió un libro, que Miguel Hilari me había pasado meses atrás, titulado “El cine de la devoción” en la que su autor, Nathaniel Dorsky, reflexiona justamente sobre la materia del cine.

Uno podría argumentar que para hacer una película se requieren objetos y personas palpables que serán captados por la cámara. Sin embargo, ninguno de estos objetos está realmente presente en pantalla cuando un espectador está viendo la película. El espectador tampoco tiene un contacto material con el celuloide, que es donde están estampadas las imágenes de estos “objetos y personas palpables”.

En realidad, la luz es la única “materia” con la que el espectador se relaciona al ver una película. Sea un proyector que ilumina la pared de una sala oscura, la pantalla de una computadora o de un televisor, cuando vemos una película, todo lo que estamos viendo es luz, nada más que luz. De algún modo, al mirar una película, en realidad estamos mirando un foco o, en realidad, la manera en la que un foco ilumina una pared (en el caso de ver una película proyectada, sea analógica o digital), o la manera en la que se ilumina un monitor, sea del sistema que sea (de rayos catódicos, lcd, plasma, etc). Para simplificar el artículo, me enfocaré en el cine analógico, que funciona mediante la proyección de imágenes obtenidas a partir de un celuloide. En futuras colaboraciones espero poder profundizar sobre otras pantallas y formas de proyección.

Un proyector de cine tradicional consta de una lámpara o linterna, con un gran foco que emite una fuerte luz, digamos “pura”. Esta luz “pura” pasa primero a través de un obturador, luego de la película de celuloide, para finalmente atravesar un lente que amplía la imagen hacia fuera del proyector que apunta a la pantalla de una sala oscura. Si vamos por pasos, nos podemos enfocar primero en una imagen fija, un fotograma. Entonces dejamos momentáneamente de lado el obturador, que es el dispositivo que permite el movimiento de la imagen.

La luz “pura” que es emitida por el foco atraviesa la película como si ésta fuera un filtro, que retiene parte de la luz. Podemos pensar en el celuloide como una especie de “esténcil” que determina cuánta luz pasa en qué regiones del fotograma. Las regiones oscuras del fotograma, retienen la luz, mientras que las regiones más claras la dejan pasar, pero en realidad la mayor parte de la imagen es formada por regiones que no son completamente opacas, pero tampoco cien por ciento traslúcidas, dejando pasar sólo una parte de la luz de la linterna. La luz “pura” de nuestro proyector es, de algún modo, esculpida por el celuloide.

Como decíamos antes, en realidad el espectador no tiene un contacto directo con el celuloide, sino con la luz que es esculpida por el celuloide y estampada en la pared mientras la lámpara del proyector esté encendida. Al ser la luz un fenómeno que percibimos a partir de la óptica, como espectadores, sólo podemos “tocar” la imagen a través de la mirada.

El cómo el ojo humano capta la luz, así como la cámara, queda pendiente para una futura reflexión. Este texto pretende ser una introducción a una serie de artículos que indaguen sobre la materia del cine. Si bien se plantea la luz como un primer elemento, existen todavía muchas otras “materias primas” que el cineasta utiliza en su oficio. Creo que es importante que cada artista comprenda y domine la materia de la que está compuesta su arte.Así como un pintor debe manejar sus lienzos, pinceles, pigmentos y todo el abanico de materiales que le permiten realizar su obra, un cineasta también debe manejar con maestría los materiales que dan forma a su arte. Dorsky nos dice que el cine “debe incluir la expresión de su propia materialidad” pues sólo de este modo llegará a alcanzar su máximo potencial[1].Si bien este autor nombra la sala oscura, la intermitencia, el tiempo, los planos y los cortes como la materia del cine, en esta serie de artículos buscaré una reflexión de la materia del cine que no siga exactamente los planteamientos de Dorsky, aunque claro, será una de las bases en las que me apoyaré.

Además, posiblemente gran parte del consumo de cine actual no obedezca al modelo del proyector planteado en este artículo, por lo que una reflexión sobre el funcionamiento de las pantallas digitales también queda pendiente. Queda mucho por investigar, reflexionar, discutir, en fin, queda un vasto trabajo por delante, por lo que espero poder actualizar esta serie de artículos con una periodicidad razonable, sin perder el norte de que la búsqueda por entender qué es el cine y de qué está hecho. Cuestiones que tal vez nunca vayamos a responder, pero que seguramente nos plantearán más preguntas que servirán para orientarnos en este oficio que elegimos como profesión.

[1] Para Dorsky el cine puede ser un “acto de alquimia”, tiene la capacidad de “causar salud o enfermedad” y para esto no puede “negar aquello de lo que realmente está hecho”

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