La Materia del Cine: La película
- pensarlaluz
- 25 may 2020
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 26 may 2020
Por Miguel Barrero García.

En una anterior entrada, (https://pensarlaluzumsa.wixsite.com/cineumsa/post/la-materia-del-cine-a-manera-de-inicio-la-luz-pura-y-la-luz-esculpida-por-miguel-barrero-garcía), me referí a la materia del cine como una luz pura que, al pasar por la película, es “esculpida” por esta, quedando proyectada una imagen con regiones más o menos iluminadas. Desde este punto de vista, el cine no sería muy distinto al teatro de sombras, en el que la luz proyectada también toma forma a partir de objetos (manos, títeres, etc) que son colocados frente a la fuente de luz. Este arte ha sido desarrollado en Oriente desde hace miles de años.
Una importante diferencia radica en el hecho de que el teatro de sombras se vale de intervenciones manuales mientras que el cine se basa, primero, en un sistema mecánico y luego, en un sistema electrónico-digital. El cinematógrafo es resultado de la (segunda) revolución industrial, hace parte de la historia de innovaciones técnicas del siglo XIX. Ignorar este hecho es ignorar que el cine, tal y como lo conocemos, es parte de un sistema económico-productivo muy específico. Pero no es el objeto de este artículo profundizar en las condiciones tecnológico-materiales del cine, lo que me dispongo a desarrollar en este artículo es otro elemento: el objeto que es colocado frente a la fuente de luz, que es el que determina la forma final que la luz toma cuando queda estampada en la pared. Si nos centramos nuevamente en el cine analógico (para pensar el digital en otra oportunidad), el objeto “esculpidor” de la luz proyectada es la tira de fotogramas que pasa por un mecanismo de arrastre, frente a la lámpara de luz del proyector. Esta tira de fotogramas es lo que llamamos “película”.
Nótese que “película” es, originalmente, el nombre de la cinta física que contiene una sucesión de fotogramas. La película es el objeto que guarda las formas de luz que se desea reproducir posteriormente. Por metonimia, la palabra pasó a designar a las distintas obras cinematográficas realizadas, hasta el punto que decimos que “vemos una película” incluso cuando vemos una obra cinematográfica en televisión u otros medios que ya nada tienen que ver con la película material que contiene los fotogramas impresos. En este artículo, usaré la palabra para referirme a su concepción original, es decir, a la cinta de plástico que contiene una sucesión de fotogramas.
No es mi intención profundizar en detalles técnicos, pero considero necesario hacer una breve revisión del funcionamiento de este material. La película cinematográfica fue históricamente fabricada de distintos modos[1], pero siempre bajo la lógica de constar de una base de plástico transparente recubierta, en uno de sus lados, por una gelatina compuesta por sales de plata a la que se llama “emulsión fotográfica”. Las sales de plata de esta emulsión son fotosensibles, lo que quiere decir que al contacto con la luz sufren una reacción química que las “oscurece”. La película virgen es colocada al interior de una cámara, que es una caja oscura con un lente que permite reflejar la luz exterior hacia su interior. El filme se situará exactamente en el “plano focal” donde la luz queda reflejada. Las regiones de la película que entran en mayor contacto con la luz se oscurecen más, mientras que las zonas con menor contacto se mantienen más claras o transparentes, dejando estampada una imagen “invertida” o, en realidad, negativa del mundo exterior en el filme, imagen será positivada posteriormente en los procesos de revelado[2].
En resumen, la película necesita de dos máquinas para su funcionamiento, una cámara y un proyector. Vimos anteriormente que la cámara es el aparato que permite “capturar” la luz, mientras que el proyector es el que permite la posterior reproducción de esta luz contenida en la película. Si comparamos estos procesos, vemos que ambos son caras de una misma moneda.
Aquí yace una cualidad esencial del cine: La luz que vemos proyectada en la pared es esculpida por la película, pero esta misma película ha sido moldeada antes por la luz que atraviesa el ojo mecánico de la cámara para quedar fijada en la película. Es decir que, a diferencia de las sombras chinescas, la luz que vemos proyectada en la pared también está hecha de luz. El cine es un sistema de captura y reproducción de luz. A estas alturas esto puede parecer obvio, pero es a partir de estas “obviedades” que podemos indagar sobre su ontología.
Queda preguntarnos ¿qué significa que la película sea un dispositivo que permite almacenar (capturar y luego reproducir) luz?
En ausencia de luz no podemos ver nada. Así como la cámara, nuestros ojos necesitan de los rayos de luz para que el fenómeno de la vista sea posible. La visión es un hecho esencialmente luminoso. La voluntad de almacenar luz es, en realidad, la voluntad de capturar la vista del mundo exterior. Pero también podemos pensar en que la luminiscencia del mundo sólo puede ser vista si existe un ojo que la perciba. Toda mirada se da, necesariamente, desde un lugar que es donde está situado el ojo, sea este natural o mecánico. En este sentido, no existe LA vista del mundo exterior, sino más bien UNA mirada tomada desde un lugar y un momento específicos.
Entonces podemos entender a la película como una especie de cápsula que nos permite congelar una mirada del mundo en un determinado momento. Una película es, al igual que una foto fija, un dispositivo de la memoria. Que delante de esta mirada se postre la “realidad” o se orqueste una puesta en escena cuidadosamente ensayada, no quita el hecho de que la película capture la imagen de algo que está sucediendo “de hecho” delante del lente, capturando la visión del presente constante (que constantemente se vuelve pasado), y tiene la cualidad de proyectarlo nuevamente en un momento posterior.
Cabe considerar que lo que se captura no es la luz “real” del mundo exterior. Sino una luz manipulada o filtrada por el ojo que la ve. Sólo por dar un ejemplo, el ojo humano y el ojo de un ave tienen características muy distintas, por lo que el espectro visible de cada uno varía notablemente. Lo mismo es válido para los ojos mecánicos de la cámara, la variedad de lentes, filtros y demás dispositivos modificarán la luz que es capturada por la cámara y por tanto la imagen fijada en la película será distinta.
Por otra parte, al ser esta “cápsula del tiempo” un objeto físico, también es susceptible a cambios en su materialidad. Estos cambios pueden deberse a degradaciones “naturales” del medio ambiente: por muy resistente que sea un plástico, comienza a degradarse a partir del momento en el que es fabricado (aunque este sea un proceso que dure décadas); Pero también pueden darse cambios materiales hechos adrede, manipulando el objeto mismo de la película. Un ejemplo de esto es la obra del cineasta estadounidense Stan Brakhage, que rayaba el celuloide, lo exponía al sol, le pegaba objetos coloridos (como halas de insectos), obteniendo de este modo una película que “esculpe” una imagen no necesariamente basada en una captura de luz anterior, sino en intervenciones manuales directas sobre la película. Es más, desde los tiempos de Georges Méliès la película ha sido intervenida para reflejar una luz que no necesariamente corresponde a una imagen real del mundo exterior. Aun así, las intervenciones realizadas en la película siempre tienen el objetivo de “fijar” algo en este material.
Incluso las marcas resultantes de la degradación natural de la película, son también marcas del tiempo que quedan fijadas en el filme. Por lo que nuestro entendimiento de la película como dispositivo de la memoria no se invalida, sino que se complejiza.
Salta a la mente el hecho de que los procesos descritos son tomados de la fotografía fija. Pero esto es cierto sólo parcialmente: Todo el proceso de captura de luz a partir de una cámara oscura y todo su mecanismo de lentes, diafragma, obturador, así como la película, con su emulsión hecha de sales de plata, son herencias que el cine toma de la fotografía fija. Pero la materia final de una fotografía común es papel y tinta, no luz. El paso “intermedio” entre el cine y la fotografía fija sería la diapositiva: fotos fijas impresas en un soporte transparente para poder ser proyectadas a partir de una fuente de luz, pero que mantiene su cualidad estática. Esto nos lleva al elemento que espero desarrollar en el siguiente artículo, aquello que diferencia el cine de la fotografía fija: el movimiento, tal vez el elemento central y más característico del cine. De hecho, el vocablo “cine” sale del griego kine, que significa literalmente “movimiento”.
[1] El nitrato de celulosa fue el primer soporte del cine, hasta los años 50s que, debido a su alta combustibilidad, fue substituido por el soporte de seguridad de acetato de celulosa. Ya en los años 90 ganó popularidad la película con base de poliéster, siendo éste el soporte que es usado en el cine analógico actualmente. [2] A partir de este negativo se realizarán copias positivas. En la industria cinematográfica, se realizarán copias intermediarias (positivas y negativas) que servían para procesos intermedios, como el montaje y el etalonaje, antes de obtener los positivos finales de distribución.
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